Comencemos por definir la palabra democracia como “el gobierno del pueblo por el pueblo”; su raíz etimológica es demokratia, demo pueblo y Kratia poder, por lo que se puede definir como “el pueblo como sujeto y como objeto de poder”.
En México todos los ciudadanos mayores a 18 años tenemos el derecho de votar y ser votados, pero es difícil o imposible, si no se hace a través de un partido político; así lo instauraron ellos -los partidos políticos- y así controlan “el poder del pueblo” y concentran el poder en sus manos.
Politólogos coinciden en señalar que la democracia -“el poder del pueblo”- es un ideal; los partidos políticos en México acotan aún más la participación ciudadana, han legislado para elijar los puestos de elección a través de los partidos, dejando un estrecho margen a los candidatos independientes, además cuenta con recursos económicos del “pueblo” para financiar sus campañas y la permanencia de los partidos políticos como una empresa particular.
En Guanajuato el PAN abanderó durante muchos años “la inclusión y participación de los ciudadanos” en su discurso, de tal forma que se dio la incursión de connotados empresarios en la política estatal, pero de la ciudadanía poco o nada.
Una elite de panistas se enquisto en el poder y generó una barrera que impedía el arribo del “pueblo” a puestos de elección, lo mismo que hoy Morena pregona en sus discursos.
Algo se perdió en los últimos años, hoy el partido azul se debate entre la “democracia interna” y la designación, y, hoy muchos de los que controlan el blanquiazul ni siquiera han participado en convenciones para la designación de los candidatos, por lo que no les preocupa la imagen que proyecta a la sociedad, asemejándose al tricolor, criticado por ellos en el pasado.
El uso de recursos públicos y la construcción de liderazgos desde el poder políticos se ha dado a través de la historia del País, pero en Guanajuato, además, se libraron otras batallas para mantener el cacicazgo azul.
Se apela a la democracia cuando el “dedazo” -instituido por el tricolor- no les favorece, pero lo adoptamos cuando conviene al grupo en el poder; así vemos como Alejandra Gutiérrez Campos secundada por los desplazados del poder, Rolando Alcantar Rojas, Luis Ernesto Ayala Torres, Jorge Carlos Obregón Serrano, Ricardo Alaníz Posada, Fernando Torres Graciano, Román Cifuentes Negrete y Humberto Andrade Quesada, demandan el regreso a la democracia.
Para Luis Miguel Rionda “con humor cínico se afirma que los guanajuatenses de todos los colores gustan de la política “florentina”: cortés, hermética y ladina. Ni violenta ni pedestre, pero sí marrullera y retorcida. Ejercer la política en Guanajuato requiere malicia, preciosismo, doble lenguaje y semblante de jugador de póker”.
En Guanajuato se han vivido diversas circunstancia y corrientes política a lo largo de su historia, pero con la participación ciudadana.
Luis Miguel Rionda en el libro “100 años de historia de los partidos políticos en Guanajuato señala que “como en el resto del país, la “ronda de las generaciones” de la política ha impuesto ritmos de cambio que han transformado en estos cien años las maneras de competir por el poder: primero por la fuerza de las armas, luego por la fuerza del partido, más adelante por la fuerza de la movilización y la capacidad de chantaje, hasta arribar a la fuerza electoral y de atracción de sufragios. Hoy día también cuenta mucho la fuerza del dinero, la presencia en medios, el desgaste en el gobierno y la renovación de la esperanza. Todo ello sin importar el partido del que se trate”.
“El Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque nació en el ámbito nacional en marzo de 1929 bajo las siglas del Partido Nacional Revolucionario (PNR), tiene antecedentes en la fundación de la Confederación de Partidos Revolucionarios Guanajuatenses (CPRG) en enero de 1923. La lucha interna entre los “verdes” y los “rojos” tiñó la política local durante cuatro décadas”.
“La política local estuvo determinada entre 1920 y 1961 por el enfrentamiento de dos grupos antagónicos, que tuvieron referentes en el ámbito nacional. Ambos convivieron al interior del PNR‐PRM‐PRI y eran reflejo de las pugnas entre caudillos nacionales como Obregón, Calles y Cárdenas. La Confederación de Partidos Revolucionarios Guanajuatenses ‐los “verdes”, obregonistas primero y cardenistas después‐ y el Partido Laborista Mexicano ‐los “rojos”, callistas”.
El arribo al poder del PAN se da a finales del siglo pasado en una lucha interna entre la “familia custodia” y el arribo de los “barbaros del norte”; hoy mantienen el poder “los cachorros azules”, sin historia democrática, factores que dio sustento al partido, pero que hoy se ha perdido.
Como se dijo al principio de la reflexión, la democracia es un ideal no acabado y se corre el riesgo de transitar de una plutocracia o una dictadura, dada la falta de visión política de los “cachorros” que desplazaron a los “barbaros del norte”.
Pero dada la violencia registrada durante los últimos años se podría caer en un “narco estado”; en donde los “cachorros azules” pasarían a ser instrumento del poder obscuro del crimen, se abortaría la democracia y los ciudadanos perderían la esperanza de acceder al poder político.