Un estudio llamado Riesgo Político en América Latina 2024 elaborado por los analistas políticos y sociales Jorge Sahd K., Daniel Zovatto y Diego Rojas, señalan que durante los últimos dos años ha venido aumentando el crimen organizado, la corrupción, la desafección democrática y la gobernabilidad bajo presión”.

 

Apuntan que en el 2024 América Latina estará caracterizada por gran “incertidumbre y volatilidad geopolítica y económica” aunada a un “tsunami electoral” con alrededor de 80 procesos en 70 Países a nivel mundial que no serán “sinónimo de más democracia, ya que en varios países autoritarios esas elecciones serán una farsa”.

“En América Latina este año será el de mayor actividad electoral dentro del actual super ciclo 2021-2024, con seis elecciones presidenciales y varias subnacionales, cerrando una etapa de marcada reconfiguración del mapa político regional”.

 

“En el terreno político, los gobiernos latinoamericanos continuarán enfrentando una triple amenaza que está erosionando el estado de derecho y la calidad de las democracias en la región y complicando la gobernabilidad. Estos desafíos incluyen el crimen organizado, la corrupción sistémica y el populismo autoritario”.

 

El informe establece “10 riesgos políticos” de naturaleza transnacional, nacional o social. El primero lo ocupa la inseguridad, el crimen organizado y el narcotráfico; el segundo es encuentra en “el aumento de la corrupción e impunidad”; el tercer está en “la desafección democrática”; el cuarto es “la gobernabilidad bajo presión y rápida perdida de apoyo de los mandatarios”, el quinto, flujo migratorio; el sexto está en las protestas sociales; séptimo, la inestabilidad internacional; octavo deterioro del clima de negocios; noveno, impacto de la tecnología; y el décimo el cambio climático.

 

En 2024 se llevarán a cabo seis elecciones presidenciales en América Latina: En El Salvador, el 4 de febrero, Nayib Bukele se encamina hacia una reelección asegurada; En Panamá, el 5 de mayo, diez candidatos competirán por la presidencia en un contexto marcado por protestas -Carrizo, enfrentará una dura contienda contra los exmandatarios Ricardo Martinelli, este último liderea las encuestas, pero ha sido encontrado culpable de varios delitos, como el blanqueo de capitales y enfrenta una sentencia de 10 años y 8 meses de prisión-; en la República Dominicana, las elecciones municipales del 18 de febrero darán inicio al ambiente electoral, seguidas por la elección presidencial el 19 de mayo, el Presidente Luis Abinader, se encamina a su reelección.

 

México vivirá una “mega-elección” el 2 de junio, con más de 20.000 cargos en juego y por primera ve tendrá una presidenta electa - Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez-; el proceso se lleva a cabo con violaciones a la ley electoral del poder presidencial y el riesgo de la participación del narcotráfico.

 

En Uruguay, las elecciones presidenciales y legislativas tendrán lugar el 27 de octubre. El presidente Lacalle Pou no puede reelegirse, y su administración mantiene una aprobación cercana al 40%. Un reciente escándalo de corrupción en la Cancillería y nuevos desafíos de gobernabilidad podrían estar inclinando la balanza de apoyo ciudadano hacia el Frente Amplio, por sobre la oficialista “Coalición Multicolor”.

 

En Venezuela, tras una década de gobierno autoritario con Maduro en el poder, las sanciones de las potencias occidentales y la coordinación estratégica de la oposición han llevado al régimen a la mesa de negociación en los últimos meses de 2023. Se anticipa que en 2024 podrían celebrarse elecciones presidenciales con ciertas garantías y niveles de integridad. María Corina Machado podría ser la candidata para enfrentar a Maduro, si se levantan las inhabilitaciones. Sin embargo, la incertidumbre es alta y cualquier detalle puede alterar el curso de los eventos.

 

El estudio “anticipamos que la electoral 2024 traerá un debilitamiento de la tendencia del voto de castigo a los oficialismos, un balance entre continuidad y alternancia, y una mayor diversidad ideológica entre los mandatarios. La prevalencia de gobiernos de izquierda o centro izquierda que existía en América Latina a inicios de 2023 (la llamada segunda ola rosa) se ha visto reducida como consecuencia de tres triunfos de mandatarios de derecha o centro derecha en Paraguay, Ecuador y Argentina, y algo similar podría ocurrir durante el presente año. De confirmarse nuestras proyecciones, el nuevo mapa político regional será más heterogéneo sin olas rosas ni olas azules predominantes”.

 

Los analistas señalan que “las amenazas a la democracia continuarán y no deben ser subestimadas. Durante el 2024 será clave seguir protegiendo la integridad de las elecciones y blindar a los organismos electorales de críticas infundadas y ataques ilegales con el objetivo de garantizar la legitimidad de origen. Es crucial asimismo revitalizar el consenso democrático regional, mantener la presión internacional para contener los embates autoritarios y coordinar esfuerzos que promuevan la apertura y recuperación democrática en aquellos lugares donde se perdió”.

 

Sin embargo, los analistas Jorge Sahd K., Daniel Zovatto y Diego Rojas, estiman que “América Latina presenta oportunidades únicas de liderazgo global a partir de sus ventajas competitivas en la agenda del siglo XXI, dada su alta disponibilidad de minerales críticos y su mayor potencial para el desarrollo de energías renovables; la relocalización de las cadenas de suministros o nearshoring; la digitalización, el cambio climático y la tecnificación en la producción de materias primas. Todo ello, en un clima de negocios que gradualmente comienza a repuntar en la región”.

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