Las luchas por el poder, sea económico o político, rebasan los principios y valores humanos. En el PAN Guanajuato la disputa por el control de la entidad ha desatado pasiones e impiden ver el bien de la sociedad, el bien de los guanajuatenses y, por el contrario, persiguen el bien del grupo o el bien personal. Ya hemos descrito los hechos que dieron origen a la llegada del PAN a la gubernatura del Estado, pero hoy se protagoniza una disputa por el control territorial y político de Guanajuato y, dependiendo de sus resultados, pueden trascender al 2030 y pasar a ser parte de la historia nacional. Recordemos. Vicente Fox Quesada llega a la gubernatura estatal de las manos de los “barbaros del norte” y sus descendientes. Alfredo Ling Altamirano funda comités en el Estado, Juan Manuel Oliva los hace florecer para bien del hijo de San Francisco del Rincón que sacó “¡a patadas!” al PRI de los Pinos. Alfredo Ling Altamirano, pasa de ser quien sentó las bases del panismo a uno más dentro de la nomina de gobierno, basta ver su currículo vitae en internet; de dirigente estatal pasa a ocupar diversos puestos públicos en el gobierno del Estado, desde coordinador de la unidad de asesores de la SEG, director de divulgación hasta consejero del Instituto de Acceso a la Información Pública, pasando por una diputación local, entre otros cargos. Hoy desciende al puesto de delegado de la SEG en León. El control del PAN en el Estado y los “nuevos panistas” se agrupan y cosechan de la estructura heredada; muchos de los candidatos nunca en su vida han cuidado una casilla, menos promover el voto o colocar calcomanías en los carros, pero son candidatos plurinominales a una curul federal, o una diputación local. Cuál es su mérito, pertenecer a la “fraternidad arcoíris” o adherirse a Miguel Márquez Márquez. Estas son las dos corrientes que luchan en el blanquiazul por el control del Estado; uno con más trascendencia que otro, pero tienen la adaptabilidad de un camaleón, por lo que pronto se adaptan a los nuevos tiempos políticos, lo que les permite su sobrevivencia. Sin embargo, en esta ocasión no se comparte el poder; se acerca el final del mandato de Diego Sinhué y no tiene interés en trascender, pero Miguel Márquez no está dispuesto a compartir el poder con “la cofradía arcoíris” que durante su sexenio él controló, promovió y fortaleció. Hoy, el 3M, tiene a los “desechados” o marginados de “la fraternidad” como sus aliados políticos, antes sus adversarios políticos. Recordemos un tiempo se perdió la amistad política entre Fernando Torres Graciano y el 3M cuando éste se pronunció por Diego Sinhué para que lo sucediera. Como Legislador, ya sea en el Senado o como Diputado, Fernando Torres Graciano no ha sido brillante, más bien ha sido de malo a pésimo, pero como dirigente del CDE de Guanajuato logró superar al “profeta” Juan Manuel Oliva a quien le arrebató el control del partido. Sus alianzas con el grupo Irapuato permiten refirmar su poder, pero no le alcanza para someter al 3M quien se pronunció por Diego Sinhué y mantiene el control del Estado y, lo poco que cedió al gobernador, lo recupera a través de su alianza con Ale Gutiérrez y los fernandistas. Le bastó un poco de presión para recuperar el poder y, con ello, la candidatura al Senado de la República. Los fernandistas necesitaban al 3M, y éste a los fernandistas para recuperar el poco espacio que le dejó a Diego Sinhué, a quien, igual que AMLO le dio el bastón a Claudia Sheinbaum, pero no el mando; hoy se vislumbra el regreso de Márquez y, con ello, el sometimiento de la próxima gobernadora -de ganar- Libia Dennise García Muñoz Ledo. Incluso, el ex gobernador ya prepara su arribo al senado -de ganarle a Ricardo Sheffield Padilla- y de ahí planea arrebatar la presidencia albiazul al grupo queretano y, por supuesto, buscar estar en la boleta en 2030 a la presidencia de la República. En esta historia no hay una lucha social, es una lucha de poder de grupos y de egos.
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No 501 No. 501
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD

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Las luchas por el poder, sea económico o político, rebasan los principios y valores humanos. En el PAN Guanajuato la disputa por el control de la entidad ha desatado pasiones e impiden ver el bien de la sociedad, el bien de los guanajuatenses y, por el contrario, persiguen el bien del grupo o el bien personal. Ya hemos descrito los hechos que dieron origen a la llegada del PAN a la gubernatura del Estado, pero hoy se protagoniza una disputa por el control territorial y político de Guanajuato y, dependiendo de sus resultados, pueden trascender al 2030 y pasar a ser parte de la historia nacional. Recordemos. Vicente Fox Quesada llega a la gubernatura estatal de las manos de los “barbaros del norte” y sus descendientes. Alfredo Ling Altamirano funda comités en el Estado, Juan Manuel Oliva los hace florecer para bien del hijo de San Francisco del Rincón que sacó “¡a patadas!” al PRI de los Pinos. Alfredo Ling Altamirano, pasa de ser quien sentó las bases del panismo a uno más dentro de la nomina de gobierno, basta ver su currículo vitae en internet; de dirigente estatal pasa a ocupar diversos puestos públicos en el gobierno del Estado, desde coordinador de la unidad de asesores de la SEG, director de divulgación hasta consejero del Instituto de Acceso a la Información Pública, pasando por una diputación local, entre otros cargos. Hoy desciende al puesto de delegado de la SEG en León. El control del PAN en el Estado y los “nuevos panistas” se agrupan y cosechan de la estructura heredada; muchos de los candidatos nunca en su vida han cuidado una casilla, menos promover el voto o colocar calcomanías en los carros, pero son candidatos plurinominales a una curul federal, o una diputación local. Cuál es su mérito, pertenecer a la “fraternidad arcoíris” o adherirse a Miguel Márquez Márquez. Estas son las dos corrientes que luchan en el blanquiazul por el control del Estado; uno con más trascendencia que otro, pero tienen la adaptabilidad de un camaleón, por lo que pronto se adaptan a los nuevos tiempos políticos, lo que les permite su sobrevivencia. Sin embargo, en esta ocasión no se comparte el poder; se acerca el final del mandato de Diego Sinhué y no tiene interés en trascender, pero Miguel Márquez no está dispuesto a compartir el poder con “la cofradía arcoíris” que durante su sexenio él controló, promovió y fortaleció. Hoy, el 3M, tiene a los “desechados” o marginados de “la fraternidad” como sus aliados políticos, antes sus adversarios políticos. Recordemos un tiempo se perdió la amistad política entre Fernando Torres Graciano y el 3M cuando éste se pronunció por Diego Sinhué para que lo sucediera. Como Legislador, ya sea en el Senado o como Diputado, Fernando Torres Graciano no ha sido brillante, más bien ha sido de malo a pésimo, pero como dirigente del CDE de Guanajuato logró superar al “profeta” Juan Manuel Oliva a quien le arrebató el control del partido. Sus alianzas con el grupo Irapuato permiten refirmar su poder, pero no le alcanza para someter al 3M quien se pronunció por Diego Sinhué y mantiene el control del Estado y, lo poco que cedió al gobernador, lo recupera a través de su alianza con Ale Gutiérrez y los fernandistas. Le bastó un poco de presión para recuperar el poder y, con ello, la candidatura al Senado de la República. Los fernandistas necesitaban al 3M, y éste a los fernandistas para recuperar el poco espacio que le dejó a Diego Sinhué, a quien, igual que AMLO le dio el bastón a Claudia Sheinbaum, pero no el mando; hoy se vislumbra el regreso de Márquez y, con ello, el sometimiento de la próxima gobernadora -de ganar- Libia Dennise García Muñoz Ledo. Incluso, el ex gobernador ya prepara su arribo al senado -de ganarle a Ricardo Sheffield Padilla- y de ahí planea arrebatar la presidencia albiazul al grupo queretano y, por supuesto, buscar estar en la boleta en 2030 a la presidencia de la República. En esta historia no hay una lucha social, es una lucha de poder de grupos y de egos.
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