El “quinto centenario” del “descubrimiento” de “América” no fue terso. Diversas escuelas de pensamiento se enfrentaron cada una tratando de llevar agua a su molino No sólo el pasado sino el futuro está en juego al rememorar el 12 de octubre de 1492 Hace treinta y tres años, dos historiadores tuvieron una intensa discusión sobre el significado del arribo de Cristóbal Colón a las tierras americanas. Edmundo O’Gorman hablaba de la “invención” de América por parte de los conquistadores. Por su parte, Miguel León Portilla insistía en el “encuentro de dos mundos”. La controversia se fue radicalizando con evoluciones diversas. Enrique Dussel, fuertemente marcado por el pensamiento dialéctico, publicaría “1492. El Encubrimiento del Otro”. Alberto Caturelli, por su parte, intentando desarrollar a su modo la tradición hispanista, escribiría “El Nuevo Mundo”. El “quinto centenario” del “descubrimiento” de “América” no fue terso. Diversas escuelas de pensamiento se enfrentaron cada una tratando de llevar agua a su molino. En la actualidad, las cosas no están mejor. El “giro decolonial” en las ciencias sociales ha impactado fuertemente y pareciera dejar asentado que la conquista, la evangelización y el virreinato, son tiempos que deberían de avergonzarnos profundamente. Por otra parte, una nueva generación de “hispanistas”, muchos de ellos “amateurs” de las ciencias históricas, parecieran trabajar para reelaborar una nueva versión de la “leyenda rosa” y abonar al fortalecimiento de derechas radicalizadas. Al contemplar este escenario, no es difícil intuir que la polarización que en tantos aspectos marca el debate político y social contemporáneo, no es ajena a la lectura de la propia historia, y a las investigaciones sobre la identidad de los pueblos americanos. Ernesto Sábato, en su momento, intuyó que sería preciso trascender las simplificaciones ideológicas y acoger, en una nueva síntesis, la parte de verdad que existe en las diversas lecturas y controversias sobre el “descubrimiento” y el “encubrimiento” de América. Lamentablemente, Sábato falleció en 2011 y el proyecto aún se encuentra pendiente. Decolonializar el “giro decolonial” en las ciencias sociales cada vez se torna más urgente, ya que la acogida implícita y acrítica de filosofías “eurocéntricas” al interior de sus elaboraciones, es increíblemente frecuente en la literatura académica actual. Por otra parte, desromantizar el “descubrimiento” y la “conquista”, nos ayudará a todos a revisitar la verdad, aunque esta sea incómoda, y a apreciar con objetividad los testimonios de hombres y mujeres que generaron una extraordinaria síntesis cultural barroca latinoamericana que permanece animando una buena parte de nuestro “ethos” cultural vigente. Pienso de inmediato en autores como Alberto Methol Ferré, Pedro Morandé o Guzmán Carriquiry, que supieron apreciar las luces y las sombras de los orígenes latinoamericanos, y abrieron en diversos momentos caminos de esperanza para el presente y el futuro, con sus respectivas reflexiones. Pienso en las nuevas generaciones de cientistas sociales – historiadores incluídos – que necesitan mantener distancia crítica respecto del “mainstream” en sus respectivas especialidades, con el fin de aventurarse a la siempre apasionante aventura de develación de la verdad. En estos esfuerzos, no sólo el pasado está en juego, sino el futuro. Sólo se mira sin complejos hacia adelante, cuando se acoge y valora el propio origen y la propia identidad sin maquillar sus heridas, sin inflar sus virtudes.
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No 531 No. 531
SIRVIENDO A LA SOCIEDAD

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El “quinto centenario” del “descubrimiento” de “América” no fue terso. Diversas escuelas de pensamiento se enfrentaron cada una tratando de llevar agua a su molino No sólo el pasado sino el futuro está en juego al rememorar el 12 de octubre de 1492 Hace treinta y tres años, dos historiadores tuvieron una intensa discusión sobre el significado del arribo de Cristóbal Colón a las tierras americanas. Edmundo O’Gorman hablaba de la “invención” de América por parte de los conquistadores. Por su parte, Miguel León Portilla insistía en el “encuentro de dos mundos”. La controversia se fue radicalizando con evoluciones diversas. Enrique Dussel, fuertemente marcado por el pensamiento dialéctico, publicaría “1492. El Encubrimiento del Otro”. Alberto Caturelli, por su parte, intentando desarrollar a su modo la tradición hispanista, escribiría “El Nuevo Mundo”. El “quinto centenario” del “descubrimiento” de “América” no fue terso. Diversas escuelas de pensamiento se enfrentaron cada una tratando de llevar agua a su molino. En la actualidad, las cosas no están mejor. El “giro decolonial” en las ciencias sociales ha impactado fuertemente y pareciera dejar asentado que la conquista, la evangelización y el virreinato, son tiempos que deberían de avergonzarnos profundamente. Por otra parte, una nueva generación de “hispanistas”, muchos de ellos “amateurs” de las ciencias históricas, parecieran trabajar para reelaborar una nueva versión de la “leyenda rosa” y abonar al fortalecimiento de derechas radicalizadas. Al contemplar este escenario, no es difícil intuir que la polarización que en tantos aspectos marca el debate político y social contemporáneo, no es ajena a la lectura de la propia historia, y a las investigaciones sobre la identidad de los pueblos americanos. Ernesto Sábato, en su momento, intuyó que sería preciso trascender las simplificaciones ideológicas y acoger, en una nueva síntesis, la parte de verdad que existe en las diversas lecturas y controversias sobre el “descubrimiento” y el “encubrimiento” de América. Lamentablemente, Sábato falleció en 2011 y el proyecto aún se encuentra pendiente. Decolonializar el “giro decolonial” en las ciencias sociales cada vez se torna más urgente, ya que la acogida implícita y acrítica de filosofías “eurocéntricas” al interior de sus elaboraciones, es increíblemente frecuente en la literatura académica actual. Por otra parte, desromantizar el “descubrimiento” y la “conquista”, nos ayudará a todos a revisitar la verdad, aunque esta sea incómoda, y a apreciar con objetividad los testimonios de hombres y mujeres que generaron una extraordinaria síntesis cultural barroca latinoamericana que permanece animando una buena parte de nuestro “ethos” cultural vigente. Pienso de inmediato en autores como Alberto Methol Ferré, Pedro Morandé o Guzmán Carriquiry, que supieron apreciar las luces y las sombras de los orígenes latinoamericanos, y abrieron en diversos momentos caminos de esperanza para el presente y el futuro, con sus respectivas reflexiones. Pienso en las nuevas generaciones de cientistas sociales – historiadores incluídos – que necesitan mantener distancia crítica respecto del “mainstream” en sus respectivas especialidades, con el fin de aventurarse a la siempre apasionante aventura de develación de la verdad. En estos esfuerzos, no sólo el pasado está en juego, sino el futuro. Sólo se mira sin complejos hacia adelante, cuando se acoge y valora el propio origen y la propia identidad sin maquillar sus heridas, sin inflar sus virtudes.
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