El Papa Francisco se traslada a Trieste, el 7 de julio, para clausurar la “50 Semana Social de los Católicos”. Con motivo de este viaje, el periódico “Il Piccolo” publica un texto inédito del Santo Padre a modo de introducción a una antología de discursos y mensajes intitulada “En el corazón de la democracia”.

 

¿Por qué un Papa habla sobre el “corazón de la democracia”? La Iglesia católica ha cultivado a través de la Historia una profunda reflexión sobre la realidad social y política. Para los católicos el evangelio no se reduce a una buena noticia para la vida privada sino que está llamado a ser un criterio transformante de todas las relaciones y circunstancias.

 

Desde la época apostólica y hasta la actualidad, una sabiduría ética se ha desarrollado como reflexión crítica sobre la praxis de los cristianos en movimiento. Esta reflexión ha sido discernida lentamente constituyendo un cuerpo vivo y orgánico que permite arriesgar un juicio no sólo sobre modelos teóricos sino sobre la realidad punzante de nuestro tiempo. A este conocimiento se le denomina “Doctrina social de la Iglesia”.

 

El texto inédito del Papa Francisco que hoy comentamos surge de la necesidad de una nueva gramática para construir la democracia del “nosotros”. El trabajar “con” y “en relación con otros” debe volverse la posibilidad de desear y producir nuevos imaginarios que eviten que la democracia se sumerja en el torbellino de la polarización destructiva.

 

El Papa Francisco afirma: “La dificultad de las democracias para asumir las complejidades del tiempo presente – pensemos en los problemas ligados a la falta de trabajo o al poder abrumador del paradigma tecnocrático – parece ceder a veces al encanto del populismo.

 

La democracia tiene inherente un gran e indudable valor: el de estar "juntos", el de que el ejercicio del gobierno tenga lugar en el contexto de una comunidad que se confronta libre y secularmente en el arte del bien común, que no es sino un nombre diferente de lo que llamamos política.” (…) “Aquí me gustaría decir esto, pensando hoy en lo que significa el "corazón" de la democracia: juntos es mejor porque solos es peor. Juntos es bueno porque solos es triste.

 

Juntos significa que uno más uno no son dos, sino tres, porque la participación y la cooperación crean lo que los economistas llaman valor añadido, es decir, ese sentido positivo y casi concreto de la solidaridad que surge de compartir y plantear, por ejemplo en el ámbito público, cuestiones sobre las que existe convergencia.”

 

Una democracia del “nosotros” es mucho más que una democracia formal en la que se cuentan votos con pulcritud. Es una forma de convivencia participativa que permite que el “pueblo” no se destruya sino que dialogando, discutiendo y eventualmente votando, se consolide constantemente. Por el contrario, una democracia que amplía las grietas sociales y que no parte de estimular vínculos solidarios, tarde que temprano se devora a sí misma.

 

Para el Papa Francisco, la democracia que hoy necesitamos es participativa, solidaria, y popular. El populismo, sea de izquierda o de ultraderecha, en nombre del “pueblo” siembra la dialéctica “amigo-enemigo”. Lo verdaderamente “popular” construye unidad y permanece fiel a los rostros de quienes más sufren en nuestras sociedades. La única democracia con futuro está basada en el “nosotros” inclusivo y no en la mezquindad de la rijosidad sin fin.

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