NO IMPORTA

En efecto, no importa si la cooptación de encuestadores la separen con más de 50 puntos de Xóchitl Gálvez; o que gracias a los miles de trucos de inteligencia artificial, se vea más simpática, agradable y declamando su amor por un pueblo que no está en Bulgaria pero tampoco en un México que ella está muy lejos de sentir, de entender y amar.

 

Todo ello carecerá de importancia al momento de votar, porque puede ser que la derrama multimillonaria de dinero logre sostener la lealtad de algunos, pero no de todos.

 

La fragilidad de las simpatías por la candidata del oficialismo despide un fuerte aroma –no solo a interés por un frutsi, el viaje gratis a la ciudad o una torta- a desinterés, a la dramática ausencia de reflexión a favor del gelatinoso proyecto que la doctora esgrime en diversos foros; menos aún, a la comprensión provisoria de un proceso ideológico de fuertes lazos con Cuba, Venezuela, Petro o Putin.

 

EL PESO DE LA CRUZ

La cruz de la señora Sheimbaum no tiene ninguna relación con la que se refiere a la Semana Santa, puesto que su ateísmo es de alta fidelidad.

 

Se trata de una pesada carga, de un fardo que tiene que llevar a cuestas, impuesta por quien dice que no la impuso, pero quien la obligó a derramar bilis en cantidades industriales, cuando fue obligada por la voluntad superior que dirige su destino político, a eliminar a Harfush de la candidatura lógica y presuntamente ganadora, para premiar la lealtad de Brugada como tapete de palacio.

 

El fardo que con todo y bastón  “de mande” tiene que llevar, impacta fuerte su dignidad, porque –conociendo sus propias limitaciones al hablar, al carecer de carisma, de simpatía natural, la orden superior la lleva a aceptar estar presente en auditorios comprados, alquilados o “maiceados” que, en cuanto se cansan o se sienten agobiados por el calor, empiezan a retirarse del “mitin de apoyo”, razón por la que las decenas de “custodios” que rodean a la audiencia, entran en acción prohibiendo a las personas que abandonen el espacio apoyador.

 

No ha sido la primera ni la única vez. A la doctora ya le ha sucedido en varios momentos lo que recién le pasó a Rocío Nahle, la impresentable y abucheada candidata, rechazada y vilipendiada por esa parte de la filarmónica del “pueblo bueno y sabio” que ya está “hasta la madre”, como dicen los clásicos, y por eso retumbó en todo el país, no solo en “La Parroquia” de Veracruz, el burlesco y sentido “¡Fuera…fuera…fuera!!!”

 

En adición, la imitación burlesca y tosca a la que ha sido obligada a pontificar, cuando copia con precisión dictatorial –porque no hay ninguna idea original, disruptiva o creativa- los 100 puntos, el tema del segundo piso o la denigrante tarea de comparar al presidente con Mandela o con Gandhi, sabiendo desde luego, que esa es miel y música celestial para el habitante de palacio.

 

El yugo y la coyunta ha sido fuerte, intensa e inacabable, porque la candidata del oficialismo tiene claro que la intención es convertirla en un “muppet” obediente, dócil, callada que jamás contradiga o provoque directrices contrarias al poder que pretende subyugarla para un poco viable mandato que, ya desde ahora, se prepara con precisión mil,impetrica, para declarar "fraude” y con ello, desaparecer los poderes para que el macuspano se quede otros seis años, y acabe de desmantelar los pocos contrapesos que aún quedan y declarar la dictadura a perpetuidad.

 

Como bien señaló un viejo maestro… Solo falta que Dios hable.

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