Acaba de arrancar la campaña que culminará el domingo 2 de junio cuando se elija al próximo titular del Poder Ejecutivo Federal que en esta ocasión todo apunta que una de ambas será la sucesora del actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

 

En esta campaña que apenas se está iniciando habrán de escucharse muchas promesas y otras tantas propuestas con las que cada uno de los candidatos pretenderá atraerse las simpatías y votos de millones de electores.

 

Millones de electores que con sus votos decidirán quién será la inquilina que habite Palacio Nacional hasta el 30 de septiembre de 2030.

 

Sí, aquí nos encontramos con una novedad de la que muchos no se habían enterado: Desde hace casi un siglo la Constitución disponía que el Presidente de la República habría de durar en su cargo un sexenio el cual se iniciaría el 1º. de diciembre para concluir seis años después o sea el 30 de noviembre.

 

La novedad consiste en que ahora el cargo no concluya el 30 de noviembre sino dos meses antes o sea el 30 de septiembre.

 

Es aquí donde nos atrevemos a presentar una sugerencia: Así como fue posible reformar la Constitución para que AMLO entregue la banda el 1º. De octubre de 2024 en vez de hacerlo el 1º. De diciembre de este mismo año…..¿No sería posible reformar nuevamente la Constitución para acortar el período presidencial?

 

¿No sería posible que, en vez de durar seis años en su cargo el Presidente durase tan solo cuatro o como máximo cinco?

 

Aunque son diferentes las condiciones sociales y políticas en cada país, la realidad es que en la mayoría de los países de Hispanoamérica las constituciones establecen una duración de cuatro años para el cargo de Presidente de la República.

 

Como ejemplos tenemos Chile, Argentina, Brasil, Colombia y varios más.

 

Apoyamos nuestra sugerencia en el hecho de que cuando el presidente en turno resulta ser un mal administrador, el período se hace eterno y el pueblo en su desesperación suele contar no solamente los meses que faltan sino también las semanas y hasta los días.

 

La ventaja de esta propuesta sería que el pueblo no tendría que soportar un interminable sexenio a un torpe sujeto pues, en el caso de que solamente durase cuatro años en su cargo, todos respirarían con alivio al ver como el tiempo se va volando.

 

Habrá quien objete diciendo que, si el presidente en turno resulta ser un buen administrador, sus planes quedarían incompletos.

 

A esto replicaríamos que el buen administrador podría apoyar como candidato de su partido al mejor de los integrantes de su gabinete con lo cual la continuidad quedaría asegurada.

 

Y, ya en un caso extremo, podríamos proponer que el período fuese de cinco años.

 

Hace tiempo en Francia los períodos presidenciales duraban siete interminables años. Una oportuna reforma redujo el período. Y todos contentos.

 

Desde luego que ya no hay tiempo para reformar el próximo período presidencial el cual forzosamente habrá de concluir el 30 de septiembre de 2030.

 

No obstante, quien resulte ganador podrá proponer una reforma que a él en lo personal no le afectará puesto que entraría en vigor cuando haya dejado el cargo.

 

De este modo –valga el ejemplo- ya con la reforma, el nuevo período se iniciaría el 1º. De octubre de 2030 para concluir el 30 de septiembre de 2035.

 

Es una sugerencia que mucho nos agradaría que tomase en cuenta el próximo presidente que asumirá el cargo antes de siete meses.

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