En el supuesto receso entre la supuesta precampaña electoral y la ya formal campaña, las dos “precandidatas”, Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, aprovecharon para realizar actividades que sin llamar al voto, las mantuvieran presentes ante el electorado, grupos sociales y políticos, medios de comunicación y ¡hasta con el papa Francisco! Como se decía por ahí de los agentes de tránsito en el pasado, se puede estar franco, pero no dejar el crucero. Que eso no sea una actividad electoral, está por verse, aunque sea en una modalidad distinta a lo tradicional, y todo por culpa de una legislación que terminó por enredar todo.

 

De lo mucho realizado, conviene detenernos en la visita que ambas candidatas realizaron casi simultáneamente y de la cual dieron vista a toda la sociedad.

 

Todo parece indicar que Xóchitl Gálvez fue la primera en solicitar la audiencia con el Papa, y en función de ella organizó, de paso, una gira europea para realizar contactos y hacerse presente internacional, como lo había hecho en Estados Unidos. Fue una buena estrategia. Seguramente los pájaros en los alambres se enteraron del hecho e informaron a Claudia Sheinbaum de lo que iba a ocurrir y procedieron a gestionar lo mismo. Ambas lo hicieron por fuera de los canales eclesiales, según se ha dicho. Sin embargo, en el Vaticano obraron sagazmente, pues se evitó que se interpretara que había favoritismo hacia una de las partes, por más que los intérpretes del lenguaje no verbal consideren que la ganadora del evento fue Xóchitl.

 

Las razones para esa interpretación se deben a que la candidata de la oposición se manifestó claramente como católica y, por lo tanto, el diálogo con el Santo Padre fue en términos de una fiel que acude a su Pastor. Es de suponer, por tanto, que a sabiendo que se trata de una candidata a la Presidencia de México, el papa seguramente le debe haber recordado algunos de los principios de doctrina social de la Iglesia que debe promover un político, no con sentido confesional, sino en concordancia con el orden natural querido por Dios y aplicable en cualquier país y necesario para la promoción del bien común. Quizá le recordó los aspectos irrenunciables por quien quiere vivir coherentemente su vida cristiana en el campo político. Ojalá y así haya sido. Finalmente se trató, también de una visita familiar con el mismo sentido cristiano.

 

Por su parte, Claudia Sheinbaum fue al encuentro con un sentido totalmente político, a codearse con quien considera, dijo, un líder mundial, con gran sentido social, preocupación por los pobres y la naturaleza, con quien dijo tener coincidencias, a pesar de no ser creyente ni religiosa, lo cual no le ha impedido en el pasado reciente, placearse con una falda que tiene estampada la Virgen de Guadalupe, enviando un mensaje equivoco hacia un pueblo guadalupano, con un evidente propósito manipulador, como ya hizo Andrés Manuel López Obrador, no solo nombrando a su movimiento Morena, como la Virgencita de Tepeyac, tan querida por el pueblo de México, sino con volantes con un mensaje de guadalupanismo que violaban abiertamente la legislación electoral y respecto de los cuales las autoridades electorales se hicieron de la vista gorda en su momento.

 

El hecho sirvió, también, para que se recordara que cuando era Delegada en Tlalpan, por “error”, se demolió parte de una capilla de la zona, lo que en su momento generó alertas de actos en contra de la libertad religiosa. Dicho propósito fue desmentido después del escándalo que hubo, remarcando que lo que se iba a tirar era una barda construida sin autorización.

 

Es importante señalar que si Xóchitl hubiera sido la única que se entrevistara con el Papa, seguramente las voces jacobinas se hubieran escuchado estruendosamente, como ocurrió cuando el Presidente electo, Vicente Fox, acudió a la Basílica de Guadalupe previamente a su toma de posesión el año 2000, o porque su hija le regaló ese día, cuando estaba en la tribuna, un Crucifijo. Ahora, con los cambios de aires, ambas fueron reconocidas y alabadas por este gesto.

 

Cada mexicano valorará los hechos y su mensaje implícito, lo cual puede llegar a influir en la decisión de su voto. Pero, como quiera que sea, una fue a ver como fiel a quien es Cabeza de la Iglesia Católica, y la otra, al Jefe del Estado Vaticano, sin ostentar ningún cargo público.

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